Práctica extra. Lectura multimodal y educación literaria

 Este mes hemos tenido la oportunidad de recibir al profesor Francisco Antonio Martínez-Carratalá, quien nos habló en clase sobre la lectura multimodal y educación literaria. En la sesión nos introdujo los álbumes sin palabras, un recursdo que podemos aplicar en el aula, pues los alumnos pueden desarrollar la escritura creativa.

En la práctica relacionada con la sesión hemos elaborado un relato correspondiente a Window, de Jeannie Baker. Aquí lo tenéis:

Año 2000. Nuevo milenio y nueva vida para Jane y el recién nacido Sam. En las afueras de Londres, y en conexión con la naturaleza, la familia y el pequeño Whiskers parecían haber encontrado la tranquilidad que poco a poco habían perdido en Central London.

A medida que el pequeño Sam crecía, su entorno también evolucionaba, aunque no de la manera que a Jane le hubiera gustado.

Febrero de 2004. Sam celebraba su cuarto cumpleaños con el disfraz de Superman que su mamá le había comprado. A su alrededor, llegaban los primeros vecinos a medida que disminuía la vegetación.

Recién cumplidos los seis años, el pequeño Sam comenzó a ir a la escuela. Todas las mañanas le esperaba Catherine, con quien entabló una amistad muy especial. Como por aquel entonces no había ninguna escuela en las afueras, Sam se montaba en el coche de Mr. Davidson, el padre de Catherine.

Pasaban los años y el pequeño Sam empezaba a tener la extraña sensación de que cada vez tenía menos espacio para jugar.

Una década se cumplía del traslado de los Smith a las afueras de Londres, y el panorama ya era muy distinto. Los camiones de mudanza se sucedían a la vez que el barrio contaba con más vecinos.

La adolescencia se instaló en Sam, al igual que los nuevos vecinos al horizonte de la ventana de su habitación.

En esos años, Sam y sus amigos, Ben y Michael, formaban parte del equipo de fútbol del instituto. Aquella tarde de mayo volvieron a casa frustrados, ya que, contra todo pronóstico habían perdido el campeonato. De la rabia que sentía Sam, disparó hacia la casa, con la mala suerte de que el balón había destrozado la ventana de su habitación.

Las noches en el barrio daban muestra de la inquietante transformación de un entorno que, dieciséis años atrás, era pura naturaleza.

A sus 18 años, Sam encontró en la mecánica su pasión. Cuando salía de trabajar del McDonald’s que habían abierto a pocos metros de su casa, dedicaba el tiempo a poner a punto el coche de su padre, al que ya le pesaban los años-

Y llegaron los 20. El panorama era impactante. Los Johnson, que se habían instalado justo enfrente de los Smith en 2004, abandonaron el barrio en busca de aquello que perseguían y que de nuevo habían perdido. Por su parte, Sam, junto a su inseparable Catherine, decidió que cuando se emancipara, se marcharía lejos del bullicio de la ciudad.

Con 22 años, Sam reunió el suficiente dinero para emanciparse y emprender una nueva vida, lejos de aquella ciudad que cada vez se le echaba más encima.

Año 2024. Nueva vida para Sam, Catherine y el pequeño John. En las afueras de Croydon, no muy lejos de Londres, y en conexión con la naturaleza, la familia parecía haber encontrado la tranquilidad que poco a poco habían perdido a las afueras de Londres.
Un gran escalofrío recorría el cuerpo de Sam. La historia se volvería a repetir.







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